miércoles, 2 de junio de 2010
A la altura de tus colores.
Durante una mañana, me iluminaste con tu Marzo. No morí de dudas, pero dolieron. Y finalmente, fue escuchar tu Abril lo que me dió el golpe mortal.
Ya nunca seré el que imaginé que sería. Y no porque no quiera, solamente porque ya no debo serlo. Yo diré que no te merezco, vos dirás que no sea extremista.
Sin embargo, espero. Alguna vez estaré a la altura de tus colores. Espero que no demasiado tarde.
Ya nunca seré el que imaginé que sería. Y no porque no quiera, solamente porque ya no debo serlo. Yo diré que no te merezco, vos dirás que no sea extremista.
Sin embargo, espero. Alguna vez estaré a la altura de tus colores. Espero que no demasiado tarde.
Si fuera pensamiento...
Cómo me gustaría alguna vez tener la certeza que me la tenés jurada. Saber, con calidad notarial, que te estás refiriendo a mi. Que me odiaste, pero que tuviste que perdonarme. Que estás segura que me querés, aunque no te convenga ni un poquito, y que te lamentás de ello.
Quisiera tanto, ser tan tuyo en pensamiento.
Quisiera tanto, ser tan tuyo en pensamiento.
Vivir en tus historias.
Entre tantos que me gustaría ser, está el que te lee a diario. Porque escribís a diario y yo, todos los días, tengo el permiso de entrar un rato en vos y enterarme que seguís enamorada de todos de los que estuviste enamorada alguna vez (por ejemplo).
O descubrir que tu juego de "sola mejor, porque al final, solos estamos" esconde esa necesidad imperiosa de que te hagan cosquillas en las rodillas. O te besen el cuello. O te desordenen la cocina.
Me gustaría eso en vez de descubrirte tarde, y querer consumirte a tarascones, atragantándome de tus escritos y tus sonidos. Te dejo musicalizar mi día, me transmuto en tus historias y, como es previsible, quisiera vivirlas todas.
O descubrir que tu juego de "sola mejor, porque al final, solos estamos" esconde esa necesidad imperiosa de que te hagan cosquillas en las rodillas. O te besen el cuello. O te desordenen la cocina.
Me gustaría eso en vez de descubrirte tarde, y querer consumirte a tarascones, atragantándome de tus escritos y tus sonidos. Te dejo musicalizar mi día, me transmuto en tus historias y, como es previsible, quisiera vivirlas todas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)